¿argumentamos?


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La argumentación es un tipo de exposición que tiene como propósito defender con razones o argumentos una idea que se quiere probar. Su propósito es convencer.
Cuando una persona defiende con razones su punto de vista o su opinión sobre un tema determinado está argumentando. En un texto argumentativo predomina una actitud subjetiva ya que el escritor puede exponer sus puntos de vista sobre el tema, pero éstas deben estar respaldadas por información confiable.
Argumentar . . . es dar razones que apoyan un punto de vista o un tema.
Hay unos puntos importantes que debes considerar al preparar un texto argumentativo:

  • El lenguaje que utilices debe ser claro y ordenado.
  • Analiza la idea que defiendes, antes de argumentar; ésto te permitirá destacar los aspectos positivos y rebatir los negativos.
  • Las razones que uses para respaldar una opinión o idea deben ser contundentes y no deben quedarse "en el aire". Es importante que las refuerces con datos concretos, con ejemplos, con estadísticas y, si es posible, incluir ideas o afirmaciones de expertos sobre el tema.
  • Organiza las ideas de manera que queden ligadas entre sí.
  • Recuerda que cuando se exponen razones es necesario expresar una causa o consecuencia.

¿Cómo se organiza una argumentación escrita?
Al igual que en otros tipos de redacción, el texto argumentativo se organiza siguiendo unas fases. Estas fases se explican a continuación:
Fase 1
La presentación o exposición de la tesis u oración temática
En esta fase se presenta el tema que se va a desarrollar. Este debe ser un tema serio de discusión y la opinión del autor se debe presentar en forma breve y clara.
Fase 2
El cuerpo de la argumentación
Aquí se incluyen las razones que sostienen, desarrollan o explican la idea presentada. Para que sea efectivo, se deben presentar por lo menos tres razones o argumentos que estén fundamentados en ejemplos y datos fácilmente comprobables de manera que se logre el propósito de convencer.
Fase 3
La conclusión
La oración conclusiva debe reafirmar y resumir la idea inicial contenida en la oración temática.
Ejemplo de la organización de una argumentación:

  • Presentación del tema o tesis

  • El pago de contribuciones en un país es necesario.
     
  • Cuerpo de la argumentación
    • Aunque para algunos parece injusto, el pago de contribuciones apoya y aporta a las arcas económicas del país.
    • El dinero recaudado a través de las contribuciones se utiliza para desarrollar la infraestructura del país.
    • Con los dineros recaudados se mejoran o fortalecen los servicios esenciales que se ofrecen a la ciudadanía en las áreas de salud, educación, carreteras, entre otros.
  • Oración conclusiva

  • Así, tanto por razones de conciencia ciudadana como por razones económicas, todo ciudadano debe de cumplir con el pago de contribuciones a su país.
Pasos en la redacción de un texto argumentativo
Cuando vayas a redactar una argumentación recuerda seguir los siguientes pasos:

  • Selecciona un tema serio y que sea de interés para un gran número de personas.
  • Escribe una oración temática que recoja tu opinión u opiniones sobre el tema en forma clara y precisa.
  • Presenta tres razones convincentes que apoyen tu opinión.
  • Organiza las razones por orden de importancia.
  • Escribe en tono serio y formal, descartando lo emocional.
  • Redacta una conclusión que resuma tu opinión y que sea resultado de las razones presentadas.
  • Revisa el uso correcto de la ortografía y los signos de puntuación.
Recursos lingüísticos de la argumentación 
En un texto argumentativo deben predominar oraciones subordinadas causales y consecutivas ya que éstas expresan razones y consecuencias del tema que se argumenta. Para lograrlo puedes utilizar los siguientes recursos: 

Indican causa
Indican consecuencia
Porque
por lo tanto
Puesto que
por eso
Pues
tanto . . . que
Debido a
eso hizo que
a causa de. . .
este hecho determinó que . . .
  


Opinión personal y escala de valores 

Puesto que, a la hora de ofrecer una opinión, cuanto se exponga debe hacerse desde una perspectiva personal, será preciso recurrir a la propia formación cultural y apoyarse en aquella escala de valores que refleja una personalidad autónoma; con objeto de evitar, así, incurrir en incongruencias, ambigüedades y contradicciones. Y, en todo caso, se procurará fundamentar razonadamente las ideas, de forma clara y ordenada. 

Propuesta de un plan de actuación 

Para lograr una mejor fundamentación y exposición de la propia opinión acerca de cualquier tema -tanto más si este resultara polémico-, se podrían tomar en consideración las siguientes reflexiones en relación con: 
• El asunto que se va a exponer. 
• La estructura que se va a adoptar para exponerlo. 
• La relación entre contenido y estructura. 
• La forma de expresión. 

I. En relación con el asunto propiamente dicho que se va a exponer 

Para que los razonamientos personales adquieran la mayor objetividad posible, puede uno apoyarse en datos fehacientes, fechas, opiniones -que coinciden con las propias o difieren de ellas- de personas con prestigio intelectual. 

Y, en todo caso, los aspectos más subjetivos se expondrán con un cierto grado de eclecticismo -sin adoptar posturas dogmáticas-, vendrán fundamentados con lógica y coherencia, y servirán para poner de manifiesto el nivel de madurez intelectual y humana alcanzado. 

Sea como fuere, las propias ideas deberán exponerse con precisión -o sea, sin vaguedades ni digresiones retóricas-; evitando introducir conscientemente falacias; recalcando la “carga ideológica del mensaje” cuando resulte procedente; buscando ofrecer planteamientos originales -dentro de ciertos límites- en la selección de las ideas, e incluso en la forma de presentarlas; y procurando que tengan cierta vigencia y actualidad, con objeto de recalcar la conexión de quien emite juicios valorativos con el “entorno” en que se desenvuelve. 

II. En relación con la estructura que se va a adoptar 

Toda información bien estructurada ha de contar con un “entramado ideológico” coherentemente organizado; lo que implica tener claro no sólo el grado de jerarquía de las ideas -diferenciando las fundamentales de las secundarias y estableciendo las oportunas relaciones entre ellas-, sino también las partes en las que hay que dividir el texto, mediante los oportunos parágrafos. 

III. Con respecto a la relación entre el contenido que se expresa y la estructura que se adopta 

Valoración positiva merecen, entre otros, los siguientes aspectos: claridad y continuidad del pensamiento; concatenación lógica del conjunto (sistematización de las ideas -todos los parágrafos están ligados por una idea o visión de conjunto-; división en parágrafos dentro de la unidad general...). 

Y, por el contrario, merecen una valoración negativa el desorden en la exposición de las ideas, las repeticiones innecesarias, la abundancia de ideas superfluas, el “irse por las ramas”... 

IV. Con respecto a la forma de expresión 

El dominio del léxico se puede manifestar por medio de un vocabulario que se caracterice por su riqueza y variedad, precisión, corrección, e incluso por el uso de aquellos tecnicismos que el tema que se expone exigiera. 

La objetividad y el rigor se logran, entre otros caminos, con un predominio del valor denotativo del significado de los vocablos; ya que si predomina el valor connotativo -en especial de los adjetivos- se confiere a la expresión un carácter más subjetivo y, por tanto, más emotivo. 

Y en cuanto a las estructuras sintácticas que se empleen, debe perseguirse la corrección sintáctica, y evitar así incurrir en los desajustes en las concordancias -anacolutos-, en las frases inconclusas, en los vulgarismos morfosintácticos...; y es preferible el predominio de la construcción “paratáctica” (abundancia de oraciones coordinadas y yuxtapuestas, que contribuyen a la sencillez del estilo) sobre la construcción “hipotáctica” (con oraciones dependientes las unas de las otras), porque en este último caso, el estilo se vuelve retórico. 

Epílogo. Aspectos que se suelen tener en cuenta a la hora de valorar la exposición de una opinión argumentada 

Entre otros, estos son algunos de los aspectos que pueden ser tenidos en consideración para valorar cómo se defienden, argumentalmente, los propios puntos de vista: 

• Si la defensa de una determinada postura se hace de forma razonada y coherente, basándose en la propia cultura. 
• Si los razonamientos son estrictamente subjetivos o se apoyan en fuentes solventes y dignas de crédito. 
• En el caso de resultar necesario rebatir ideas, si su refutación cuenta con una adecuada argumentación. 
• Si las ideas que se presentan repiten tópicos más o menos manidos o encierran cierta dosis de originalidad, cuanto menos en los planteamientos.

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